martes, 30 de enero de 2007
Cacho De la Cruz
Antonio De la Cruz, tal su nombre verdadero, comenzó su carrera allá por los años 60 cuando la televisión en el Uruguay todavía estaba en pañales y su rostro sin las arrugas de hoy se veía en blanco y negro. Su fresca juventud y su irreverencia para hacer reír lo convirtieron rápidamente en un famoso personaje admirado por grandes y chicos.
Pasó por grandes programas humorísticos como Telecataplum, Telecachada o El Show del Mediodía, pero alcanzó la meca cuando se volcó sabiamente hacia donde estaba el dinero. Los programas infantiles en Brasil, México y Europa eran un gran éxito y los conductores se llenaban los bolsillos a costilla de los niños que inocentemente participaban de juegos y concursos que generalmente estaban arreglados. Cacho Bochinche hizo lo propio en Canal 12 en el año 1972 y desde entonces se estancó en la mañana del sábado.
Así comenzó el imperio de De la Cruz que viéndose viejo y cansado fue mechando en el tema a su hijo Maximiliano que haciendo el ridículo e intentando parecerse al actor canadiense Jim Carrey se fue ganando un lugar en el mundo del espectáculo.
Hoy por hoy, “Cacho Bochinche” es prácticamente un espectáculo musical donde Laura, la esposa del veterano conductor, es quien saca adelante el programa desplegando sus técnicas de danza acompañada por unas cuantas niñas que pasan casi desapercibidas entre una bandada de muñecos feos seguramente hechos por el vetusto compañero de Cacho, Víctor.
En el teatro, donde también saben robar la plata, Cacho y compañía aburren a los más grandes y le llenan los ojos a los más chicos con cartones pintados y luces de colores.
De la Cruz se confunde con Ultratón y desde lejos se hace casi imposible determinar cual es cual. Rígido, desganado, falso, malhumorado, Cacho se pasea como un fantasma (también se podría comparar con Ozzy Osbourne) entre las payasescas adolescentes bailarinas y es opacado continuamente por Taraleti (Gustavo Maritato) que se roba el espectáculo con su histrionismo y chistes improvisados. Cacho De la Cruz se niega a dejar el escenario tanto televisivo como teatral. Es inentendible que insista en seguir adelante después de haber acomodado a su hijo, a su esposa y a sus amigos. Tratando mal a los niños, rebajando (aun más) al ya retirado enano Fermín y hablándole de mala manera a los padres de los chiquilines que llegan a los estudios de Canal 12 a participar en el fiasco sabatino, Cacho sigue adelante con su farsa y cada semana se aleja más de lo que hace decenas de años fue.
Con varios lifting arriba, seguramente tendremos que seguir aguantando por mucho tiempo al ridículo conductor con el pelo pintado y apliques de dudosa calidad en la parte trasera de su cabeza.
Cacho De la Cruz, un hombre que supo entretener y alegrar a los televidentes ahora es una sombra del pasado que solo alcanza a dar una extraña mezcla de pena, vergüenza y rabia.
lunes, 29 de enero de 2007
El Licenciado Orlando Petinatti
El hecho de que se haya cambiado el nombre para ocultar su origen judío ya habla mal de él. Si bien es hoy un hombre popular del que se habla mucho y se le reconoce ser una especie de “Gurú” en los medios de comunicación es imposible no reconocer que se trata de un comunicador que suma miles de derrotas y fracasos.
Con “Malos Pensamientos”, Freddy Nieuchowicz, o el Licenciado Orlando Petinatti, tal como se hizo conocer, cambió la forma de hacer radio. Con una manera de hablar fresca, graciosa y algo atrevida, el “Colorado” acumuló miles de fieles escuchas que no dejaban un solo día de sintonizar Océano FM para deleitarse con sus graciosas historias y sus mil ocurrencias. De la mano de “Hércules”, el personaje que él mismo interpreta con un distorsionador de voz, Petinatti se impuso en el rating de las radios y copó la tarde de las FM.
Pero no todo lo que reluce es oro. El Licenciado intentó en varias oportunidades trasladar su éxito radiofónico a la televisión (generalmente en Canal 12) pero nunca logró alcanzar ni siquiera un solo aplauso.
Todos los programas que condujo pasaron al olvido sin pena ni gloria y solo sirvieron para confirmar que Petinatti es un fracasado más.
Su último y fallido intento, fue el programa “Distracción”, una versión oriental de un éxito inglés que gracias a Freddy Nieuchowicz dejó a los uruguayos mal parados y como estúpidos ante las cámaras de Canal 10.
Logró rebajar a los participantes al papel de bufones, ya que con tal de ganarse un auto eran capaces de reventarse huevos en la cara, comer cosas realmente asquerosas o hacer el ridículo siendo “tentados” por strippers pasados de peso y de edad.
Pero lo peor estaba por venir. Orlando Petinatti se arriesgó con un nuevo emprendimiento y se lanzó como Gerente General de Radio Futura. Si bien casi todos los programas de la radio tienen un rating relativamente alto, el programa “Malos Pensamientos” se vino a pique y perdió terreno ante los jóvenes e inexperientes conductores de “Justicia Infinita”, el programa que quedó en lugar del viejo éxito conducido por el colorado conductor en Océano FM.
Jamás necesito hacer propaganda para que lo escucharan. Petinatti siempre fue un éxito inexplicable que de la nada revolucionó las radios en Uruguay. Lamentablemente para sus intereses, ahora debió llenar las calles montevideanas con carteles publicitarios que dicen mas o menos así: “ASESINO”, Orlando Petinatti lleva15 años matando en las radios uruguayas. El sabe que no es verdad. Sabe que ya no es quien era y que pasó a la lista de fracasados uruguayos.
Los falsos ídolos de la tonta farándula oriental sucumben ante la dura realidad que, -aunque lógicamente a muchos no les guste-, aparece para devorar a personajes tan ilusorios como pasajeros. Freddy Nieuchowicz, el licenciado Orlando Petinatti, forma parte de la larga lista de fracasados orientales que la estúpida sociedad intenta mantener en una podio de humo y polvo.
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